jueves, 16 de agosto de 2012

Vida Cotidiana en el Virreinato del Río de La Plata


En Buenos Aires, como en el interior del virreinato, el trabajo doméstico estuvo a cargo de esclavos.
En la ciudad viven con sus amos en la misma casa, ocupando el tercer patio,lejos de las habitaciones principales. Allí crecen los muleques  en compañía de los hijos de sus amos. Las negras acompañan a las amas a misa, cocinan, lavan la ropa, realizan costuras y otros trabajos similares. En algunos casos, cuando la familia no dispone de suficientes entradas, salen a vender pasteles y confituras para solventar los gastos de sus dueños. Acompañan a los niños en sus juegos, y los cuidan hasta los cinco o seis años. Dadas las escasas condiciones de higiene, la falta de cuidados en el parto y abandono en que los sumen sus amos, la mortalidad infantil era elevada. A partir del siglo XVII, quienes disponen de cierto capital invierten con frecuencia dinero en la adquisición de mano de obra esclava para alquilarla recibiendo de esta manera una renta, que es mayor si el negro tiene algún oficio; de allí el interés por enseñárselo. Los beneficios derivados de este alquiler debieron ser sustanciales, porque a fines del siglo XVIII los contratos de trabajo aumentan en forma importante.

Comerciantes, funcionarios y hacendados constituyen los principales propietarios de esclavos entre la población civil y quienes se dedican con mayor frecuencia a alquilar sus sirvientes. Por lo expuesto, resulta difícil estipular, tomando por ejemplo las cifras del padrón de 1778, qué porcentaje de esclavos se dedica a tareas domésticas o a trabajos fuera de la casa de sus amos. El sistema debió extenderse en exceso pues durante el transcurso de las dos últimas décadas del siglo XVIII, informes oficiales, reales cédulas y comentarios periodísticos determinan! la presencia de un movimiento de opinión que desea el alejamiento de los esclavos y personas de color en general, de las actividades artesanales, tareas a las que están dedicados muchos negros. Sostienen que los españoles (criollos o peninsulares) no realizan trabajos manuales debido a la infamia que constituye para ellos el contacto con las castas consideradas inferiores. El deseo de mantener en pie y sin trabajar - escriben en 1806- un pequeño capital, ha sugerido la idea de emplearlo con preferencia en comprar esclavos y destinarlos a los oficios, para que con su trabajo recuperen algo más que el interés del fondo invertido en esta especulación; por semejante medio se han colmado de estas gentes mercenarias todas las tiendas públicas, y han retraído por consiguiente los justos deseos de los ciudadanos pobres de aplicar a sus hijos a este género de industria. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, aumenta el número de pobladores marginados que sin ser negros, indígenas o mulatos no poseen medios de subsistencia, ni están en condiciones de obtener cargos públicos. Estos "blancos de orillas" constituyen un problema para las
autoridades y más aun dentro de un ámbito donde existe un fuerte prejuicio frente a los trabajos manuales. Prejuicio que debemos sumar al racial. Los blancos prefieren la miseria y la holgazanería antes de ir al trabajo al lado de negros y mulatos escribe Manuel Belgrano en una de sus memorias al Real Consulado.

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